1.11.10

Quien quiera ver que vea

Néstor Kirchner


Hace rato que miro la hoja en blanco. Estoy llena de imágenes.
Por momentos me siento fuerte y después vuelvo a llorar.

Hablo por teléfono con mi papá en esta madrugada y recordamos el 2001, el miedo, la sensación de perderlo todo, las ganas de volver, de salvar a la patria, que la plaza se llene de muchachos peronistas. Hablamos del 2003, de nuestras discusiones, de mis amigos adolescentes y yo creyendo en Kirchner, de nuestros padres dudando.

Me quedo sola pensando.
Revuelvo cajones. Busco. Encuentro el voto que dice: Kirchner – Scioli. Lo guardé siempre. Lo guardo para siempre.
Escribo distinto. Siento distinto.
No recuerdo haber llorado así, ni haber visto tanta gente llorar.
Escribo sin orden. Escribo el sentimiento.

Ese 25 de Mayo, ese volver, ese treinta años después, el Tío, Kirchner.
No hacia mucho tiempo que tenia tele en colores y lo miraba desde ahí, como no creyendo que podía ser cierto, con la certeza de que estábamos de vuelta.
Te creí Néstor. Te vi Cristina. Había mucho de aquel ‘45. Porque había una Plaza llena de banderas, porque te vi caminar junto a tu pueblo. Recuperaste el balcón, pero no lo volviste a usar porque dijiste que los únicos dueños eran Evita y el General.

Un 24 de Marzo te vi en la hoy ex Esma, te escuché reivindicar a los compañeros, te vi pidiendo perdón en nombre del Estado argentino. Te creí más que nunca. Volví a llorar. Volvimos a escuchar la palabra justicia y fue cierto. Se terminó la impunidad para los militares genocidas.
Los reconociste compañeros, es que lo eran. Los reconocimos los jóvenes. Queríamos, nosotros, levantar esas banderas. Entonces las fuimos a buscar.

Tengo un primer recibo de sueldo. Mi primer aguinaldo.
Pienso en mis abuelas, en los 225 pesos que cobraban de pensión en los 90. 225 pesos por toda una vida de trabajo. Se que ahora irían a cobrar con una sonrisa.
Empezaba a volver la alegría.
Cuántas discusiones políticas, cuántos bares, cuántas mateadas, cuántos libros.

Estuve. Me fui un poco. Volví. Me quedo para siempre. Doy mi vida.

Fui gorila sin dejar de ser peronista, por más contradictorio que parezca, aunque se me enojen los compañeros.
Quería más. Quiero más. Ahora se que se construye ladrillo por ladrillo.

No la voté a Cristina y lloré emocionada cuando le traspasaste el mando. No la voté y me dolió tanto que compre todos los diarios y los guardé para siempre.
No estuve en esa plaza y quería estar con ellos.
No fui a una sola plaza cuando la oligarquía quiso golpearnos, aunque nunca fue tan evidente quien era el enemigo, aunque estuve peleada con toda mi familia, con la mitad de mis amigos.
Ahora compadezco a los tibios.
Lloré en esa madrugada de julio. El vicepresidente también me había traicionado a mí.

¿Cómo podes ser peronista y no apoyar a este gobierno? Me decía Emilia.
¿Cómo podes hablar de lo que falta y no estar militando? Me gritaba Emilia.

A veces no se ve ni siquiera lo más visible. Por eso y por tanto me apenan los indiferentes.

“Ya se que no les dejamos el mejor de los mundos…. A ver qué hacen ustedes…”. Me dijo La Negra y me lo dijeron muchos en su nombre, muchas voces en su voz, muchos ojos me miraban.

La militancia.

Pedro, Alejo, Flor. Barracas.
Emilia, Alejo, Nacho. El Oeste. La 125.
El Mue, la gloriosa JP, filo, Monserrat. Las calles.
Los únicos privilegiados.
Las pintadas. Las corridas: Fefe, Facu, Pablito.
Ferro. La ley de medios. La marcha de las antorchas.
Muchas discusiones.
El luna. Néstor- Cristina y la juventud.
Los días más felices.

“El que quiera ver a la Presidenta que cambie de canal, acá va a hablar una militante peronista, eso es lo que fui y eso es lo que voy a ser toda la vida”.
Te creo Cristina y te quiero también.
Y te lo digo, aunque sea tarde.

Hago una pausa y mezclo todo.

Miércoles 28. El mensaje de Ceci. Llama mi papá y no lo atiendo
Llama Flora y no hay muchas palabras. “Que país enyetado” me dice mi amiga e incansable compañera.
La cencista era una gorilona.
Llama Emilia y llora.
El silencio dura horas.
Llegamos a la Plaza. Cuántos éramos. Cuántos somos.
Explicar esa Plaza es como explicar el peronismo.
Un sentimiento.
El peronismo.
Fanáticamente peronista.

Ahora se que no estás Néstor. Ahora entiendo quién fuiste.
En las caritas tristes de Alejito y las Danyss, en los abrazos de Lucre cada vez que llegue a la plaza, en Lucila, en la poesía de Flor, en el agite de Fefe. En flora, en el Mati, en Benicio que quería abrazarnos a todos. En las pibas de Monse que sonreían tristes. En Emi que aparecía a cada rato.

En todos ustedes compañeros.

En la marcha peronista cantada arriba de una silla en la pizzería de congreso.
En la tristeza inmensa. En el desconsuelo.
Llorar con Dany. Llorar con Mery. Llorar sola. Llorar con todos.
Llorar como nunca antes en la vida.
Y es así.

Y del otro lado: los festejos, las bocinas, los brindis.

Después La Negra nos ofrece la utopía,

Y mucho después los gorilas, los indiferentes, los inconmovibles son la misma cosa.
Mirando vaya una a saber a dónde. No hay mucho para elegir chicas y muchachos.
O es acá o es con los otros.

HASTA LA VICTORIA SIEMPRE, COMPAÑERO NESTOR!!!!
EN EL CIELO CON EVITA Y EL GENERAL.
EL PUEBLO MÁS QUE NUNCA ANTES CON CRISTINA.
NI UN PASO ATRÁS!!!!


Victoria

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