30.10.11

La semana (D)espués


CFK, presidenta de los argentinos con casi el 54% de los votos


Este gobierno es histórico. La frase no es nueva, y puede ser mal interpretada, mal usada también. Un dato objetivo: el kirchnerismo se prepara para comenzar el tercer período de gobierno. ¿Pero la etapa que comenzó en 2003 hace historia por una cuestión récord de tiempo al frente del Ejecutivo? Para tomar un caso, en su momento la administración de Carlos Menem logró –reforma constitucional de por medio-, el mandato más extenso en democracia, aunque con un resultado que significó la destrucción del país. "Histórico" no es necesariamente una cualidad. Puede ser solo una característica. Y mala.

En cambio, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner alcanzan un lugar positivo en la historia, al que las generaciones venideras podrán estudiar y revivenciar siguiendo las huellas del "relato". La Presidenta siempre nos habla del "relato". Ella lo marca. Ella decide las palabras que serán (son) hechos. Animarse a leer este relato es ver cómo la vida cambia. Se pude argumentar que cualquier gobierno que construye poder arma su propio relato. La diferencia es que el pueblo logró encarnar de forma progresiva su palabra en el proyecto político comenzado en 2003.

Los principios de Néstor Kirchner viven en la Casa Rosada. Principios de nuestro pueblo. El domingo último la confirmación fue rotunda.

Muchos, la mayoría, aceptamos que el relato del Gobierno es el relato de nuestro tiempo y el propio. Es el que nos devuelve la dignidad; la emoción compartida del ser argentinos; la identificación con el de al lado, el otro, el que estuvo siempre y quisieron tapar, sin perder de vista que sigue estando aquel, que conocemos muy bien, el que promueve, defiende o deja pasar las viejas políticas antipopulares que llevaron al país a la peor miseria. Ellos están ahí.

Todos los días reflejamos y actualizamos nuestro relato frente a los desafíos que significa cimentar una hegemonía. En el discurso del Gobierno, el nuestro, como es inclusivo, y peronista, de las mejores raíces peronistas, su razón de ser se reafirma en su progreso, enseña en hechos aquello colectivo, multifacético, y también por lo que aún debemos luchar: menos pobres, más inclusión, derechos indígenas, recursos naturales, reformas en el sistema financiero.

La historia no es un "time line", una sucesión de postas que van produciendo y se leen de forma ordenada. La historia, cuando no cierra, vuelve. Y peor. Néstor y la Presidenta lo supieron desde el vamos. Impulsaron, al principio, con un escaso apoyo popular, una de las reformas sociales, políticas y económicas más importantes que tuvo el país, América Latina, sí, y el mundo en las últimas décadas. La lista de conquistas es larga, pero da gusto nombrar alguno de sus elementos -copio un fragmento de una carta reciente de Norberto Galasso a Beatriz Sarlo: "¿En estos últimos años no hubo disminución de la desocupación, ni de la pobreza, ni de la indigencia, no hubo hundimiento del ALCA en Mar del Plata ni constitución de la Unasur, no hubo lucha contra la Sociedad Rural y las grandes corporaciones mediáticas, ni Asignación Universal por Hijo, ni Asignación Prenatal, ni matrimonio igualitario, ni Ley de Medios, ni hubo captación parcial de la renta agraria diferencial a través de las retenciones, ni estatización de las AFJP para recuperar los aportes previsionales de los trabajadores, ni aumento de jubilados y para jubilados?"

La historia concreta que modifica para bien la vida cotidiana del pueblo es imposible construirla a través de la "Fuerza de un mito". Los ejemplos de bienestar son de carne y hueso. Por lo tanto, su multiplicidad también. La Fuerza es del Pueblo. Que no es un slogan para una campaña política. Es la razón por la que luchó Néstor Kirchner, con o sin poder. Es el corazón de su mensaje. En esto, vital y poderoso, nos dejó su vida: el pueblo debe creer en sí mismo para cambiar la historia.


Alejo

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