CFK, presidenta de los argentinos con casi el 54% de los votos |
Este gobierno es histórico. La frase no es nueva, y puede
ser mal interpretada, mal usada también. Un dato objetivo: el kirchnerismo se
prepara para comenzar el tercer período de gobierno. ¿Pero la etapa que comenzó
en 2003 hace historia por una cuestión récord de tiempo al frente del
Ejecutivo? Para tomar un caso, en su momento la administración de Carlos Menem
logró –reforma constitucional de por medio-, el mandato más extenso en
democracia, aunque con un resultado que significó la destrucción del país.
"Histórico" no es necesariamente una cualidad. Puede ser solo una
característica. Y mala.
En cambio, Néstor Kirchner y Cristina Fernández de Kirchner
alcanzan un lugar positivo en la historia, al que las generaciones venideras
podrán estudiar y revivenciar siguiendo las huellas del "relato". La
Presidenta siempre nos habla del "relato". Ella lo marca. Ella decide
las palabras que serán (son) hechos. Animarse a leer este relato es ver cómo la
vida cambia. Se pude argumentar que cualquier gobierno que construye poder arma
su propio relato. La diferencia es que el pueblo logró encarnar de forma
progresiva su palabra en el proyecto político comenzado en 2003.
Los principios de Néstor Kirchner viven en la Casa Rosada. Principios
de nuestro pueblo. El domingo último la confirmación fue rotunda.
Muchos, la mayoría, aceptamos que el relato del Gobierno es
el relato de nuestro tiempo y el propio. Es el que nos devuelve la dignidad; la
emoción compartida del ser argentinos; la identificación con el de al lado, el
otro, el que estuvo siempre y quisieron tapar, sin perder de vista que sigue
estando aquel, que conocemos muy
bien, el que promueve, defiende o deja pasar las viejas políticas antipopulares
que llevaron al país a la peor miseria. Ellos
están ahí.
Todos los días reflejamos y actualizamos nuestro relato
frente a los desafíos que significa cimentar una hegemonía. En el discurso del
Gobierno, el nuestro, como es inclusivo, y peronista, de las mejores raíces
peronistas, su razón de ser se reafirma en su progreso, enseña en hechos
aquello colectivo, multifacético, y también por lo que aún debemos luchar:
menos pobres, más inclusión, derechos indígenas, recursos naturales, reformas
en el sistema financiero.
La historia no es un "time line", una sucesión de
postas que van produciendo y se leen de forma ordenada. La historia, cuando no
cierra, vuelve. Y peor. Néstor y la Presidenta lo supieron desde el vamos.
Impulsaron, al principio, con un escaso apoyo popular, una de las reformas
sociales, políticas y económicas más importantes que tuvo el país, América
Latina, sí, y el mundo en las últimas décadas. La lista de conquistas es larga,
pero da gusto nombrar alguno de sus elementos -copio un fragmento de una carta reciente de Norberto Galasso a Beatriz Sarlo: "¿En estos últimos años no
hubo disminución de la desocupación, ni de la pobreza, ni de la indigencia, no
hubo hundimiento del ALCA en Mar del Plata ni constitución de la Unasur, no
hubo lucha contra la Sociedad Rural y las grandes corporaciones mediáticas, ni
Asignación Universal por Hijo, ni Asignación Prenatal, ni matrimonio
igualitario, ni Ley de Medios, ni hubo captación parcial de la renta agraria
diferencial a través de las retenciones, ni estatización de las AFJP para
recuperar los aportes previsionales de los trabajadores, ni aumento de
jubilados y para jubilados?"
La historia concreta que modifica para bien la vida
cotidiana del pueblo es imposible construirla a través de la "Fuerza de un
mito". Los ejemplos de bienestar son de carne y hueso. Por lo tanto, su
multiplicidad también. La Fuerza es
del Pueblo. Que no es un slogan para una campaña política. Es la razón por la
que luchó Néstor Kirchner, con o sin poder. Es el corazón de su mensaje. En
esto, vital y poderoso, nos dejó su vida: el pueblo debe creer en sí mismo para
cambiar la historia.
Alejo