Todo el tiempo trato de
cuestionar nuestro comportamiento militante. Veo y trato de interpretar todas
las formas posibles. Pero siempre sea de la manera que sea, termino comprobando
que la única y principal tarea común a todos los verdaderos militantes es la de
intentar convencer. La política es el arte de convencer.
En el medio de la batalla, los
actores que participan son de los más variados y heterogéneos. En los últimos
años, desde 2003 a esta parte, estos actores empezaron a surgir desde distintos
sectores de nuestra sociedad y comenzaron a organizarse de maneras muy variadas
de acuerdo a la causa que les dio origen. Hace diez años prácticamente no
existían organizaciones sociales representativas. Hoy, encontramos diversas y
novedosas formas de agrupaciones que se ocupan de organizar y encaminar
cuestiones pertinentes a distintas áreas de nuestra sociedad. Agrupaciones que
aglutinan necesidades de muchas minorías. De esta manera organizada, llegamos a
la Ley de Medios, La ley de Matrimonio Igualitario, los proyectos de leyes en
contra de la violencia de género, cuestiones vinculadas a los pueblos
originarios, entre otras medidas históricas vehiculizadas por el consenso
popular.
No es casualidad que esto suceda
a casi 30 años de continuidad democrática. Es precisamente por eso que se
presenta esta enorme y polifónica forma de democracia, llena de variedad,
color, musicalidad, con reclamos de los más variados, de los que acompañamos
todos y de los que acompañan algunos pocos. Pero con el derecho que nos asiste
siempre a ejercer nuestro reclamo. Así de compleja, heterogenia y movediza es la
democracia.
La manifestación del jueves
pasado es otra manera más de organizarse. Bien, mal. Con más ó con menos
gracia. Con más o menos argumentos. Con buena o con mala leche. Espontánea ó
dictada. No importa. No está en nosotros, militantes del proyecto Nacional y
Popular, juzgar u ocuparnos de ir a contestar esa movilización. Nosotros no
tenemos nada que contestar. A todos nos asiste el derecho de movilizarnos y
hacer nuestros reclamos a viva voz. Y es eso. Solo y nada más que eso lo
que pasó el jueves, una movilización que persigue una serie de reclamos. Si son
justos o no es otra discusión.
Nuestro presente no se compara
con ningún otro momento de la historia Argentina, hay un hilo conductor que
todos los que hablamos del proyecto Nacional y Popular lo conocemos, pero nunca
en la historia de este movimiento contamos con tanta democracia, con tanta
historia trágica y con tanta reparación histórica. Podemos tener muchas cosas
similares a los ‘50 y a los ’70, pero hoy las fuerzas están organizadas de otra
manera. Y eso hay que asimilarlo cuanto antes.
Tendremos que aprender a convivir
con los insultos y agravios permanentes, creo que es parte del aprendizaje de
esta historia. Tendremos que aprender a responder de manera de no colaborar con
una idea desestabilizadora, que todos ya saben que institucionalmente no es
posible. Tenemos que ubicarnos con toda la información que la historia nos
brinda. Y la historia dice que cada vez que nos enfrentamos salió mal, cada vez
que confundimos el enemigo nos fue mal. Estamos presos de un sistema
capitalista, eso ya todos lo sabemos. Y, en algún punto, estamos renaciendo. El
hombre vuelve al hombre como único posible generador del cambio. Ni el sistema,
ni el mercado. El hombre a través de sus instituciones. Instituciones que se construyen
atravesando el conflicto, la discusión y llegando a una resolución. Y es así
que vamos creciendo como pueblo, como nación. No hay que temerle al conflicto.
Tenemos que presentar la discusión y ganarla con argumentos y pruebas, con
compromiso y respeto por todo el que piense distinto y nunca apelar a los
agravios para contestar. Crecer políticamente. Juguemos a convencer y no
olvidemos nunca lo más importante: el que se calienta, pierde.
Emilia Bonifetti